martes, 1 de junio de 2010

Las contribuciones del capitalismo yanqui al régimen nazi.


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(Extracto de un artículo de Yosef Mikhah )En 1998, la investigadora Miriam Kleinman comentó sobre las relaciones entre Ford y los nazis: "Cuando se piensa en Ford, se piensa en béisbol y en torta de manzanas. No se piensa en que Hitler tenía un retrato de Henry Ford sobre la pared de su oficina". En realidad, la conexión entre Henry Ford y el dictador alemán es anterior a la toma del poder por los nazis en Alemania en 1933. Henry Ford se había distinguido entre los antisemitas estadounidenses, con la publicación de numerosas calumnias contra los judíos en un periódico de su propiedad en Dearborn, Michigan, así que Hitler declaró en 1931 a Detroit News: "Considero a Henry Ford como mi inspiración".

Evidentemente la admiración era mutua. En julio de 1938, Henry Ford aceptó una medalla del gobierno fascista alemán, la mayor condecoración que los nazis podían otorgar a un extranjero. Un mes más tarde, James Mooney, un ejecutivo máximo de GM, también recibió una medalla nazi "por servicios distinguidos al Reich". El escritor británico Charles Higham cita a Mooney diciendo en 1940: "Hitler tiene razón y no voy a hacer nada que pueda enojarlo".

Al final de la guerra, un investigador del ejército de EE.UU., Henry Schneider, calificó a la subsidiaria alemana de Ford de ser "un arsenal del nazismo, por lo menos en lo que a vehículos militares se refiere", una situación que, según Schneider, había sido aprobada por la central de Ford. La gratitud fascista a Ford y GM tenía buenos motivos: desde 1939, el camión "Blitz", producido en una fábrica construida por GM en Berlín, formó parte del Blitzkrieg, la agresión alemana contra los países vecinos: Polonia, la URSS y Francia. Opel, la subsidiaria alemana de Opel y Ford de Alemania fueron el mayor y el segundo productor de camiones para las fuerzas fascistas alemanas.

La relación mutuamente ventajosa entre los dos gigantes automovilísticos de EE.UU. y el estado fascista alemán puede haber incluido más que camiones. El investigador del ejército de EE.UU., Schneider, afirmó que Ford en EE.UU. posibilitó que los alemanes obtuvieran grandes cantidades de caucho, vital para asegurar la movilidad de los ejércitos fascistas contra los pueblos de Europa. El escritor Snell acusó a GM de haber suministrado a los hitleristas la tecnología necesaria para producir combustible sintético. Snell afirma que el jefe de los armamentos alemanes, Albert Speer, le informó quesin esa tecnología, Hitler "jamás hubiese considerado la invasión de Polonia". El estallido de la guerra en 1939, no puede haber sorprendido a GM o Ford; ambas firmas habían competido por el mercado alemán desde los años 20. En los seis años precedentes a la II Guerra Mundial, los nazis se habían lanzado a perseguir y encarcelar a los enemigos del fascismo en Alemania sobre todo a comunistas y socialdemócratas, y a los judíos.

Al iniciar la guerra el objetivo del Estado de Hitler fueron simplemente sus enemigos externos: los pueblos europeos. El ataque alemán contra Polonia en 1939, que enfrentó los tanques alemanes a la caballería polaca, no representó el fin de la estrecha cooperación entre las subsidiarias alemanas de GM y Ford y el estado fascista. El jefe de GM Alfred P. Sloan, en cuyo honor se bautizó la Sloan School of Business en el MIT, señaló en 1939, sólo unas semanas antes de que los militares nazis capturaran Checoslovaquia, que la producción y las ventas de GM en Alemania eran "altamente rentables". James Mooney, que estaba a cargo de las subsidiarias de GM en ultramar, mantuvo conversaciones con Hitler dos semanas después de la invasión nazi de Polonia y subsiguientemente la subsidiaria alemana de GM continuó produciendo material bélico para el ejército alemán.

El investigador Charles Higham sostiene que la subsidiaria de Ford en Francia ocupada por los alemanes continuó produciendo camiones para el ejército nazi después de 1941 y que Ford estableció otra subsidiaria en Argelia, para suministrar al general Rommel con camiones y vehículos blindados. En abril de 1943, el Secretario del Tesoro de EE.UU. Henry Morgenthau llegó a la conclusión que la producción de la subsidiaria francesa de Ford "es sólo en beneficio de Alemania", lo que había "mostrado claramente el deseo de proteger los intereses de Ford".

Para cualquier que tenga ojos para ver, el futuro planeado por los nazis para los pueblos del mundo era sin duda alguna evidente: la guerra perpetua, el antisemitismo, el racismo, la dictadura, un desdén por la cultura. El que esto no haya disuadido a Ford o a Sloan, cuyas subsidiarias alemanas continuaron en un importante, si no irremplazable, papel para la factibilidad de la agresión nazi contra Europa, dice mucho sobre la clase capitalista.

Que Sloan y Ford hayan continuado la participación de sus subsidiarias con Alemania durante ocho de los doce años en los que Alemania estuvo bajo el régimen fascista (1933 a 1941), sugiere fuertemente que los súper ricos, los dueños de los mega-medios de producción, carecen de la brújula ética que posee la mayor parte de la gente. Pero no son los únicos -el patriarca de la familia Bush, Prescott Bush, también tuvo negocios bien documentados con los nazis. El entusiasmo por Hitler que mostraron numerosos estadounidenses acaudalados en los años 30 muestra claramente que la clase que gobierna no es adecuada.

Los lazos entre el gran capital y los elementos más reaccionarios, enemigos de la clase trabajadora en todo el mundo, son numerosos por un motivo -son inherentes al funcionamiento del sistema capitalista. Que GM y Ford y toda su clase de sanguijuelas sedientas de beneficios continúen dirigiendo las cosas en este país y en el mundo clama al cielo que un cambio total es indispensable.

(Recordemos que EEUU sólo intervino en la 2ª guerra mundial, en Europa, cuando la Unión Soviética y la resistencia antifascita estaban apunto de derrotar al eje fascista).

El surgimiento del régimen nazi y su posterior poderio militar fue posible gracias a la financiación de gran cantidad de banqueros y empresarios, tanto europeos como especialmente norteamericanos, desde el surgimiento del Partido Nacional Socialista de Hitler, hasta bien entrada la 2ª Guerra Mundial, que vieron en el nazismo una forma de hacer grandes beneficios a bajo costo.

El siguiente documental, elaborado por los componentes del blog Antimperialista, es la 2ª parte de una serie que narra la colaboración del capitalismo estadounidense con el nazismo (la 1ª parte es un artículo que podréis encontrar en este blog), y nos muestra el apoyo llevado a cabo por financieros estadounidenses, entre ellos, el abuelo y padre de los ex-presidentes de los Estados Unidos G. Bush hijo y padre respectivamente.





La llegada del hombre a la Luna ¿Otra mentira de la administración Nixon?

“Vemos pues que los romanos, en los primeros años de su expansión, no dejaron de hacer uso del fraude, que siempre resulta necesario para los que, de pequeños principios, quieren llegar a puestos sublimes, y que resulta menos vituperable cuanto más encubierto”Maquiavelo (Discursos sobre la primera década de Tito Livio).

La llegada del hombre a la Luna, el 20 de julio de 1969, se produjo durante el gobierno de uno de los presidentes más fraudulentos que hayan tenido los Estados Unidos, Richard Nixon, quién cinco años después se vio obligado a dimitir, por su implicación en el escándalo Watergate: fraude en la campaña electoral, espionaje político ysabotaje a la oposición demócrata, intrusiones ilegales, auditorías de impuestos falsas, escuchas ilegales a gran escala, y un fondo secreto en México para pagar a quienes realizaban estas operaciones de espionaje.

¿Fue la llegada del hombre a la luna otro fraude más de la administración Nixon?

Para responder a esta pregunta, en primer lugar, debemos analizar el contexto histórico. Estados Unidos se hallaba inmerso en plena guerra Fría con la extinta Unión Soviética. Un importante escenario de la misma lo constituía la Carrera Espacial, en la que la URSS ganaba por "goleada", antes de este hecho: Primer satélite en órbita (Sputnik), primer ser vivo en el espacio (Laika) y primer ser humano en el espacio (Gagarin), además de otra serie de logros tecnológicos llevados a cabo antes que EE.UU. En esta situación, se hacía necesario conseguir un hito que le situara a los norteamericanos por delante y les hiciera ganar la Carrera Espacial.

Ese año, la guerra de Vietnam (otro de los escenarios en los que se desarrollaba la Guerra Fría) se estaba convirtiendo en una salvaje carnicería humana, con cientos de miles de víctimas civiles y miles de soldados norteamericanos muertos. Esto provocó una movilización sin precedentes de la sociedad civil estadounidense e internacional contra la administración Nixon. Por ello era necesario un acontecimiento histórico que dirigiese todas las miradas hacia otro lado.

El sucesor del presidente J. F. Kennedy, y posiblemente involucrado también en su asesinato, Lyndon B Jonson diría: “A los ojos del mundo, el primero en el espacio significa el primero y punto; el segundo en el espacio significa el segundo en todo”. Esta frase expresa muy a las claras la importancia que los Estados Unidos concedían a la Carrera Espacial, en aquel momento, la cual querían ganar a toda costa.

Mucho se ha especulado sobre la brevedad del paseo espacial (apenas unas horas) y de la posibilidad de que las imágenes del mismo fueran un montaje: sombras en diferentes direcciones, ausencia de estrellas, banderas ondeantes (la luna carece de vientos), fotos imposibles (reflejos en los cascos en los que la luz ilumina al fotógrafo y al fotografiado), etc.

Pero a pesar de esto, hay otra serie de hechos que nos hacen dudar sobre la llegada del hombre a la luna como la dificultad de atravesar los cinturones de radiación Van Allen, que rodean a la tierra, algo imposible con la tecnología usada en la Misión Apolo, o el hecho de que a principios de la década de los 70 se suspendieran los vuelos tripulados a la luna y de que el hombre no haya vuelto a pisa la superficie lunar desde 1973.

Si Estados Unidos ha cometido tantos fraudes a lo largo de la historia, siempre con el propósito de mantener su hegemonía mundial (un reciente ejemplo son los autoatentados del 11S) ¿podría ser, que la llegada del hombre a la luna fuera otro? más teniendo en cuenta las circunstancias de aquel momento (protestas contra la guerra de Vietnam, derrota en la Carrera Espacial). Además, una administración compuesta por personajes tan siniestros como R. Nixon, Donald Rumsfeld, Henry Kissinger o Vernon Walters, responsables de golpes de Estado, magnicidios o del asesinato masivo de civiles no me ofrece ninguna credibilidad.


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La voladura del Maine: El autoatentado que justificó la invasión estadounidense de Cuba


20100213120424-maine-1-.jpgEste 15 de febrero se cumple el 112 aniversario de la explosión del acorazado estadounidense Maine, en la bahía de la Habana (Cuba), en el que murieron 254 miembros de su tripulación. A las pocas horas de la tragedia, EE.UU. acusó a España del hundimiento y le declaró un ultimátum, en el que le exigía la retirada inmediata de Cuba. La negativa española al mismo supuso el comienzo de la Guerra hispano-estadounidense por el control de Cuba.

España siempre negó la culpabilidad de dicha explosión, es más ofreció la creación de una comisión conjunta de investigación a la que Estados Unidos se negó desde el primer momento. Pero gracias a la campaña mediática realizada por el magnate de los medios de comunicación William Randolph Hearst, los estadounidenses dieron por sentado la culpabilidad de España en la explosión del Maine y aceptaron sin ningún reparo la posterior guerra contra el ejército español.

Los historiadores e investigadores de la época siempre sostuvieron que la explosión del acorazado Maine fue provocada por el propio ejército de los Estados Unidos, con el fin de utilizarla como pretexto para intervenir en la guerra hispano-cubana. Una guerra que ya ganaban los libertadores cubanos, para quienes la intervención estadounidense, y su posterior victoria, supuso un nuevo yugo colonial del que no lograrían desprenderse hasta el año 1959.

Estos hechos en mucho se parecen a otros más recientes, gracias a los cuales Estados Unidos ha podido justificar su criminal política imperialista ante sus ciudadanos, como el incidente del Golfo de Tonkín, que justificó la invasión de Vietnam, o el 11S, que justificó las invasiones de Afganistán e Irak, unos hechos sobre los que, por otra parte, existen multitud de pruebas de su provocación intencionada por el propio gobierno estadounidense. Por todo esto, los ciudadanos norteamericanos, antes de seguir ciegamente a sus líderes, tras un trágico acontecimiento como los anteriormente mencionados, deberían tener en cuenta los precedentes históricos y desviar su indignación hacia sus supuestos defensores.


Operación Himmler: el 11-S nazi.

A principios de 1939, la Alemania nazi ya tenía planificada la invasión de Polonia, pero ésta no podía llevarse a cabo así como así, Hitler necesitaba una excusa, ante la opinión pública alemana e internacional, con la que poder justificar sus planes bélicos, y si los polacos no se la proporcionaban, él mismo la fabricaría, así nacía la operación Himmler.
Terminada la Segunda Guerra Mundial y gracias al testimonio de importantes militares nazis y a los documentos secretos de la SS y de la GESTAPO, presentados ante los tribunales de Nuremberg, se demostró que la supuesta toma de la radioemisora Gleiwitz por militares polacos fue una operación orquestada por los servicios secretos nazis, bajo el nombre de Operación Himmler, que tenía como objetivo fabricar una excusa para justificar, ante la opinión pública mundial, una posterior agresión militar contra Polonia.
La Operación Himmler fue diseñada por la SS y la GESTAPO, y el encargado de llevarla a cabo fue Alfred Naujocks.
También podéis encontrar este mismo vídeo en youtube, en el siguiente enlace http://www.youtube.com/watch?v=GQaxyxzrUvQ


Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto de 1945): El genocidio nuclear.

Julio de 1945: Japón agotado militar, económica y moralmente buscaba una salida negociada a la guerra y una paz honrosa. Estos deseos fueron ignorados por Estados Unidos que se hallaba impaciente por mostrar al mundo el nuevo arma nuclear, desarrollada a partir del Proyecto Manhattan. Por eso impuso al Japón unas condiciones inaceptables para cualquier país: la rendición incondicional y la renuncia a su soberanía. Unas condiciones que sabía, de antemano, no serían aceptadas, y que supondría la excusa perfecta, para lanzar las bombas atómicas (lanzadas sin previo aviso).

Las más de 250.000 víctimas mortales (500.000 según algunas fuentes), no sirvieron sólo para hacer que Japón se sometiera a los intereses de Washington, sino para que también lo hiciera la gran mayoría del planeta, por miedo a la amenaza atómica.

Siempre se ha puesto como pretexto, para justificar los genocidas bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, que Japón no quería la paz, algo que no es más que otra mentira del Imperio. Según muchos de los protagonistas implicados en el conflicto, y del propio bando norteamericano, Japón estaba apunto de rendirse; hacia tiempo que venía expresando sus deseos en este sentido. Lo que Estados Unidos no quería era un prolongado proceso de paz, que permitiera a otros agentes, como la Unión Soviética, intervenir en el mismo. Además, con este salvaje acto de crueldad, Estados Unidos convertió a las islas japonesas en un especie de protectorado yanqui, durante décadas y, lo más importante de todo, el lanzamiento de las bombas atómicas tenía como principal objetivo advertir al resto de pueblos del mundo, el destino que les podía esperar a aquéllos que no se sometieran a la voluntad de Washington.


El incendio del Reichstag. Un plan para el control total del Estado.

Extracto del documental "Loose Change 9/11. An American Coup", que explica cómo el nazismo, a través de Hermann Goering, planificó y ejecutó el incendio del Reichstag (27 de febrero de 1933), con el objetivo de acusar falsamente del mismo a comunistas y socialistas, para desprestigiarles ante la opinión pública y justificar así su posterior ilegalización y persecución.

Gracias a este autoatentado, perpetrado por la Gestapo, Hitler logró alzarse con el poder absoluto del Estado alemán, al ganar las elecciones celebradas pocos días después del incendio (5 marzo de 1933), puesto que su principal oposición política (comunistas y socialistas) habían sido declarados ilegales.

El falso incidente del golfo de Tonkín: La excusa yanqui para el genocidio de Vietnam.

A principios de agosto de 1964, el gobierno de los Estados Unidos, presidido por Lyndon B Johnson, inventó el conocido como "incidente del golfo de Tonkín", para implicar a la opinión pública estadounidense en la, hasta entonces encubierta, guerra de Vietnam.

Según la historia reproducida por el aparato gubernamental, varios botes vietnamitas habrían abierto fuego contra un destructor norteamericano (USS Maddox), anclado en las costas de Vietnam. Una historia totalmente falsa, como se demostraría años más tarde al desclasificar los archivos de la National Security Agency (NSA), en los que se reconocía que el incidente del golfo de Tonkín fue una historia inventada. A pesar de ello, fue utilizada vilmente para justificar la declaración del golfo de Tonkín, que sirvió a EE.UU. para expandir la guerra, en el sureste asiático. Un proyecto al que se había negado Kennedy, asesinado apenas 8 meses antes de la declaración formal de guerra a Vietnam (7 de agosto de 1964), firmada por su predecesor L.B. Johnson. Una guerra que le costó la vida a más de un millón y medio de vietnamitas.

El incidente del golfo de Tonkín es uno de los ejemplos más palpables de operaciones de falsa bandera ideadas por los gobiernos, con el propósito de manipular a la opinión pública en su favor.